Esta materia prima ha favorecido desde hace miles de años la producción de toda clase de objetos necesarios para el desarrollo de la vida doméstica y productiva. Se tiene conocimientos de la existencia de la artesanía del esparto, desde la Edad del Bronce Ibérico, y desde hace más de 6.000 años las técnicas de trabajo del esparto han sufrido muy poca variación. Y es durante el dominio romano, cuando comienza una incipiente industria del esparto mediante la manufactura artesanal de cordeles, aparejos de naves, capazos, espuertas, útiles agrarios y materiales de cambio, productos todos ellos que han sido producidos para el mismo fin hasta la segunda mitad del siglo XX.
El Valle de Ricote ha sido un gran “cluster” de producción artesanal de esparto, un esparto de gran calidad, ya que contiene un mayor porcentaje de celulosa y su fibra es mucho más fina. Hasta el siglo pasado se han venido produciendo diferentes objetos como capazos, cestas y otros útiles de almacenamiento, que han sido utilizados en agricultura hasta la irrupción de los plásticos.
Lamentablemente la actividad ha decrecido tanto que comparando datos, en el año 1983, el número de artesanos y empresas artesanas del esparto ascendía a veinte, lo que ya indicaba el declive de una industria que había sido muy importante en el Valle de Ricote. En la actualidad, según su registro de artesanos, sólo quedan tres artesanos individuales dedicados a la artesanía del esparto y algún artesano ya retirado que sigue realizando las distintas pleitas y trenzas para la elaboración de productos de esparto.
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